domingo, 21 de octubre de 2007

Nada es Imposible


Estoy estacionada inmutablemente delante de mis roperos.¡No tengo nada que ponerme! El armario lleno de ropa y nada que llevar. ¿Qué me pongo para el evento ?Tengo un acto social, de esos que en los últimos años me gustan tanto. Me avisan del bautizo del bebito con una semana de anticipación sólo. Otra vez la misma pregunta. ¿Qué me pongo?
¡Mira que tengo trabajo! Los dos ordenadores llamándome a gritos. Zumbidos y más zumbidos. La memoria por la mitad. El memorando por la mitad. El presupuesto por el principio. Fecha tope el lunes. Fin de semana largo y con evento. Primera variable: es otoño y no verano, aunque lo parezca. Nunca nada es lo que parece dice mi madre. Segunda variable: un evento social-familiar-religioso, nada de glamour. No puedes ser la princesita de la fiesta, dice Nerón. Tercera variable: no es en mi Ciudad, tendré que viajar y la temperatura será cinco o seis grados inferior. Empleando la combinatoria y formulando todas mis estrategias, el resultado sigue siendo: ¡Oh Dios ¡ ¡No tengo nada que ponerme! ¡Oh My God! ¡Tendré irremediablemente que volver a ir de compras ¡

En los últimos tiempos sufro una transformación genética. Me estoy volviendo un animal social. Crece en mí una adición a los actos sociales. Las relaciones, al contrario que la teoría que defiende un buen amigo mío, me enriquecen, me satisfacen, y sobre todo me permiten seguir esperanzada, en los océanos del ruido y la confusión. Me percato tímidamente que las mujeres comienzan a manifestar unas transformaciones que fluyen como torrentes inconscientes procedentes de sus flujos hormonales:

• Estoy fatal. ¿Tendrá cura todo esto? Yo no quiero salvarme.
• Querido y extraño corazón:¿quién eres ?Necesito saberlo porque te voy a querer toda la vida.
• Yo no sabía nada del amor.
Y he llorado de felicidad
No existe una palabra que pueda expresar
lo que siento por ti.
Todo se queda vacío. Sólo tú .Sólo tú.


• Me muero por un segundo a tu lado.
Se me caen encima todas las horas cuando te echo de menos.
¿Me he enamorado o me he vuelto loca?


(Mensajes transcritos del buzón del teléfono móvil de X., una chica de 36 años fallecida en un accidente de tráfico)

Me encuentro a S., hace años que no la veo. Después de los besos de rigor, y saludos, y sin percatarme de ello, me confiesa que ha perdido la audición. S. fue compañera de Universidad. Sigue trabajando duro, ha pedido un cambio de destino, por su “problema”, quiere seguir trabajando. Madre de dos hijos, sigue siendo una gran deportista. Madre, trabajadora, deportista reconocida. La escruto, debe andar por los 42 kilos, más o menos su edad .El reconocimiento de que me encuentro ante una persona especial y maravillosa, no me calma. Sigo observando sin escrúpulos esos intensos ojos azules. Toda su vida corriendo, el fondo es su especialidad. Ahora ha alcanzado el podio de la vida y de la sabiduría. Sus medallas y sus trofeos no igualan esa grandeza de lucha y de resistencia. ¡Chapeau por la atleta mosense!. Mientras ella sigue entrenando y nosotras seguimos corriendo, me sonrío. Hemos llegado, seguimos llegando. El mundo ya es de las mujeres, sólo tenemos que seguir corriendo.

Besos sudorosos.

Lo más IN en la Ciudad son los altavoces Sennheiser para tu Ipod. La calidad del sonido aseguran es extraordinaria. Os contaré, los míos son verde prohibido y resaltan con mi Ipod fucsia. Mañana más.

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