martes, 30 de octubre de 2007

El Hombre que Vendía Palabras (I)



La amistad es uno de los bienes inmateriales de los que hablábamos. Los amigos los elegimos en un acto social de compromiso y al contrario de los secretos los exhibimos y enumeramos en todas las ocasiones posibles. Si el universo de mis amistades femeninas es exclusivo, privativo, original, perplejo, el de las masculinas es peculiar.


Mi amigo Nerón tiene problemas con su asistenta boliviana, le paga a una sudamericana a precio europeo, y su vecino le paga a una europea a precio sudamericano. La asistenta no quiere planchar sus pantalones y el pobre Nerón me llama cada cinco minutos pidiéndome consejo, y yo que como buen amigo ,comparto su asistenta además de alguna otra mujer más, no tengo palabras para su infortunio y asisto a sus súplicas sonriente. Ayer después de varios meses nos volvimos a ver. Salimos como siempre para acabar en un local de intercambio de parejas.


Lugar peculiar aquel chalet a las afueras de una ciudad cualquiera. Con libro de familia falsificado en la noche, llegamos como pareja de hecho. El declive era patente ya en el aparcamiento. Pero como grandes neófitos no nos percatamos de algunos datos importantes para calzar muchos puntos e caricaturizar a los personajes que se nos ostentarían dentro. El detalle del coche con bicicleta integrada se nos evadió por la impaciencia del momento. ( Pero a quien se le puede ocurrir ir a un lugar de ambiente con una bici de carreras subida al coche el día anterior a la vuelta a España 07?). Pues …..¡Un travestí zaragozano!


En la barra cinco personas, tres mujeres dos hombres. Cinco minutos después, la progresión ascendió a tres parejas más caracterizadas por las féminas pasearse en toalla. Nos miramos mi amigo y yo, la marca del local. Mi amigo vendedor de profesión y de vocación se emociono. Y como dice mi gps garmín, me miro, y me dijo: recalculando. Se vendió, me vendió y hasta hizo negocio. En el momento tan temido de encender las luces, mi cara sonrojaba el cansancio de la risa hilaracha e histérica, que podría corresponderme por definición.


Mi amigo vendedor de profesión y de vocación es un ser entrañable. Vende palabrería.Pero hoy he leído algo que me a dañado los ojos y me ha enloquecido el cerebro. Alguien del pasado amigo de juergas, de sacrificios, de años y años, quizás veinte, también vendedor, me traiciono con la palabra. Estoy dolido, triste y molesto.El amigo vernáculo vendedor de profesión y de vocación es un ser repugnable. Vende sentimientos.


Y como no hay dos sin tres. Un amigo del presente vive en la metáfora de la mentira. Sus razonamientos son farsas e hipocresías. Me ha dejado indiferente.El amigo actual no vende, es un ser vulgar. Cuenta quimeras metafísicas.


Recomendación literaria: Martes con mi viejo profesor de Match Albom. Un testimonio sobre la vida, la Amistad y el Amor.

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