miércoles, 30 de enero de 2008

La Ejecutiva Agresiva

Bailaba frenética,cerca, cada vez más cerca, arrugaba con las dos manos su minifalda jugando con el ritmo de la música y las sombras, jugando conmigo.
Me sacó de la mano de la pista, de ese submundo que compartíamos toda una legión de vampiros con gafas de sol, serían las nueve de la mañana, estaba embrujado por el juego de luces que se dibujaba en el negro de sus medias, tendría unos 8 años más que yo. La seguí al parking, abrió un descapotable rojo, y me invitó a subir, me llevó a su casa en silencio, con la capota bajada, con el radio cassete escupiendo a todo volumen mezclas de sonidos prefabricados, aquél sonido industrial que nos sumía en la catarsis colectiva fin de semana tras fin de semana, el ruido del éxtasis .

Empezamos a quitarnos la ropa en el ascensor, desabrochándonos los botones de manera torpe, me empujó contra la puerta, mientras me besaba con su mano izquierda empezó a juntar nuestras pelvis y con su mano derecha giró la llave en el bombín, casi nos caemos al ceder el pasador.

Me empujó hasta el cuarto, me dijo que me tumbara boca abajo en la cama deshecha, sonó más a orden que sugerencia, me acabó de desnudar, con su cuerpo impedía que me diera la vuelta, recuerdo perfectamente su voz “Perro, ¿te gusta el bondage?” Bondage, era la primera vez que oía esa palabra, bondage Camembert Gruyere me sonó a lácteo francés, efectos de los excesos de la noche tal vez pero empecé a vernos bañados en mermelada de fresa y queso fresco en el cuerpo mientras nos devorábamos.

Apenas hube dicho “me encanta” cuando sentí la venda en mis ojos, la anudó firmemente “y a mí”, me gustó la sensación, me dejé llevar ; con firmeza puso mis manos en el cabezal de la cama, quedé confuso un segundo y oí 2 clicks casi simultáneos mientras sentía la presión en mis muñecas, inmediatamente sentí el tacto metálico de las esposas buscando clavarse en mi carne, mis pies se buscaron por efecto del nudo corredizo que los aprisionó, En cuanto abrí la boca recibí el no deseado regalo de su tanga negro de encaje arrugado. Me insultaba, aquello había cambiado de sueño a pesadilla demasiado rápido , reía, gritaba “ eres mío esclavo”, el miedo me mantenía tenso hasta el límite, la venda se humedeció de lágrimas, era consciente de que estaba totalmente a su merced, me preguntaba porqué tenía esa especial habilidad para tropezarme con locas, no sé que se habría tomado esa noche pero no se le ocurrió otra cosa mejor que depilarme el culo , casi me desmayo con la cera, ojalá lo hubiera hecho antes de que empezará a arrancar las tiras sin piedad, luego salió de la habitación riendo pensé que se había a maquinar otra forma de humillarme pero lo cierto es que se iba a dormir, ya casi ni me importaba, estaba seguro que no saldría de allí.

Volvió transformada , no sé cuanto tiempo pasó, me liberó riendo y me dio mi ropa,
_Ha sido divertido, otro día seguiremos jugando

Salí todo lo rápido que me permitieron mis piernas entumecidas maldiciendo mi suerte, en un tiempo el escozor remitió y archivé el episodio durante 10 años; hasta la semana pasada, parte de mi trabajo de outsorcing consiste en acompañar a los comerciales para diseñar las redes informáticas de los clientes, una conocida multinacional iba a abrir una sucursal en nuestra ciudad, fuimos de noche a la oficina semivacía de un moderno edificio a medio terminar, solo una pesada mesa metálica y tres sillas en el centro y un montón de paquetes por desembalar.


_Disculpad el horario, aquí aún no tenemos ni teléfono y sólo podemos venir al salir de trabajar
no la reconocí hasta que habló, no lo podía creer, mi corbata y mi traje barato eran un disfraz perfecto, estaba seguro de que ella no me reconocía, yo no abría la boca, sólo asentía a todo lo que el comercial me preguntaba buscando la aseveración de un experto.

Me las arreglé para convencer al comercial de que debíamos volver a hablar con ella, para concretar más los ordenadores necesarios y las características del servidor, no, como es a deshoras ya iré yo solo , tu ya no pintas nada, vete a casa hombre.

Estaba concentrada delante de una pila de papeles, no se levantó al llegar yo, mejor, dejé mi portátil en el suelo y me agaché para sacarlo; salió tal como lo había ensayado, con la mano izquierda barrí de encima de la mesa su teléfono móvil mientras con la derecha sacaba las esposas de la bolsa y unía en santo matrimonio su tobillo a la pata de la mesa, di un paso atrás, y mientras me desanudaba la corbata , dije sin pensar “ ¿Te gusta el bondage?”, fue la primera de una larga serie de visitas a deshoras a aquella oficina.

Besos Encadenados

2 comentarios:

carlitos dijo...

no me atrevo a preguntar qué te "depiló" esta vez...



un abrazo

dousmars dijo...

jaja, bueno digamos que una barbie y yo, dos, gracias por la visita carlitos