domingo, 10 de febrero de 2008

El Pin Femenino



He decidido darme a la bebida. Leit-motiv literario y cinematográfico, significativo del dejarse ir, y demás intentos de olvido. Quiero olvidar a Mr. Big.

Mi problemática semanal me ha llevado a bares, esos lugares tan gratos para conversar, y diría yo para escuchar. Mi barman ocasional, Kike, exiliado de una facultad de Empresariales, es un docto profesional del sector de la confesionalidad.

Me entregó como conejita de un laboratorio, ante sus cócteles, con el firme propósito de confirmar mi área investigadora con metodología pseudo científica: ¿Cómo seducir a las mujeres? En el deporte de la caza, ¿somos las mujeres las cazadoras o las presas?

Las interrogantes de partida son heterogéneas; somos agentes o pacientes del proceso, métodos, objetivos y si fuese posible, futuras aplicaciones de las conclusiones. La teoría del cazador y la presa es modificada a lo largo del proceso investigador. Las mujeres ostentamos según la biología descriptiva un genoma propio sobre la competitividad. La relación íntima entre competitividad y el juego del poder está superpuesta. Las mujeres gozamos con el poder, de disponer el momento oportuno de la apertura de las extremidades inferiores. Sabemos que somos la presa, pero siempre seleccionamos a nuestro cazador. ( Kike cree que es propiedad inherente a las guapas, le corrijo que también a las menos agraciadas). Así la fauna nocturna masculina también se maquilla para el viejo arte de la conquista, como los antiguos cruzados, velan sus armas en busca de la llave de la ciudad sagrada, su orgullo les niega la evidencia de que sólo son capaces de rendir aquellas plazas ya tomadas de antemano por decisión de sus moradoras.
Las mujeres no accedemos a las proposiciones de un individuo hasta que éste no consigue el PIN. Todas las mujeres poseemos una clave, código de acceso para la apertura. El hombre en muchos casos consigue el PIN , por variables múltiples que se alían , otras veces es la teoría del caos la que le inspira, y las más sucumbe a la pregunta que la fémina le ha formulado, cuya respuesta no existe.
¡Caramba ! La teoría está muy clara, pero en la práctica parece ser que no es tan fácil. Decido hacerle la pregunta clave, es decir, el tercer grado, aquella pregunta que toda femme fatal que se precie vierte sobre el galán:
_ ¿Cómo sabes que una chica está borracha?-le pregunto sonriendo. Cuando ríe, me contesta. ¡ja, ja,ja,! Touché. Buena respuesta. Y todos rieron.
Lo peor es que me emborraché para olvidar a Mr. Big, y ahora lo veo doble. Peor el remedio que la antigua enfermedad.

Besos etílicos.

4 comentarios:

Noemí dijo...

Hum...el PIN...pues si, pues si que tiene su cosa...hum...¿Cuál será mi pin? Puf, a saber...

Lo que sí se, jajajajaja, es que el PIN de mi prima una vez fue: tengo dos caballos en la puerta de casa...La tía, que es como muy verde y se tragó que el otro era de green peace. La verdad, jugó muy bien sus cartas y...tengo que confesar que igual sacó el pin de algún sitio :P (es que el novio oficial de mi prima me caía fatal, qué le voy a hacer)

dousmars dijo...

Tranquila Noemí, tú no necesitas saber tu PIN,son ellos los que tendrán que acertar si quieren entrar.Es una forma de selección natural. Un besazo, y dile a tu prima que cuidadin con la fauna que habita algunos lugares.Livia.

winfried dijo...

Dousmars, el hombre que insiste vence! Yo tengo veinte años de casado me estoy recordando cuando era soltero...jejejeje. Eso si, si pongo brava a mi mujer me saca un pin como de 20 numeros y me friego como por una semana..jajajaja

Bicos

dousmars dijo...

Gracias Win, por el post. La antiguedad es un grado como se dice por aquí, y con eses veinte años de casados (que deseamos sean cincuenta ) has dado en el clavo, cuando una mujer quiere cambia la contraseña y es imposible el acesso. Lo mejor que todo vaya chevere, y no pongas brava a tu niña.
Bicos para ambos.Livia.