domingo, 20 de enero de 2008

El Hombre que las Prefería Mudas


Todos y todas tenemos nuestra rareza particular, todos rompemos alguna estadística, unos más que otros, si conocemos a alguien que nos parece totalmente normal es que no lo conocemos lo suficiente, de hecho la normalidad absoluta es en sí misma una rareza dado el escasísimo número de elementos que habitan tal conjunto, pero es que lo de XX era de juzgado de guardia, ahora ,visto con cierta distancia, la cosa tiene su gracia, pero lo cierto es que llegó a ser una considerable fuente de estrés.

XX era uno entre un millón ¿su particularidad? , no soportaba el escándalo, pensaréis que no es tan raro, mucha gente no soporta el runrun de un programa del corazón por ejemplo, o el volumen de una discoteca, o las obras justo debajo de tu ventana: sí , de acuerdo, pero es que no eran este tipo de follones los que eran superiores a sus fuerzas, era uno en particular y sólo uno, sí, lo adivinaste; era el inconfundible jaleo que sólo una mujer es capaz de producir, ése mismo que es música celestial para todos los varones, bueno para todos menos para él claro ; llegó a convertirse en una obsesión; puso fibra de vidrio en las paredes, un día lo sorprendí engrasando los muelles del somier con tres en uno, cambió la cama por un tatami sobre una base de corcho, el cabezal de hierro forjado ese que tanto sonaba, acabó en la basura, instaló un equipo de home cinema en la habitación..., claro así no había forma de concentrarse en lo que se estaba haciendo para conseguir dejarse llevar, (curiosa y cierta paradoja) con la presión añadida del mantener el nivel de guirigay en el de una catedral gótica, algunas veces me veía sorprendida con la palma de su mano en la boca, lo que causaba el efecto contrario al retirarla, pues salía todo el aire comprimido de golpe, al estilo de un grito-explosión... resultaba frustrante porque claro, si estamos a lo que estamos, no vamos a estar pendientes de los decibelios del casquete, pues algo tan simple no fui capaz de hacérselo entender,

Perdí la cuenta de las veces que contesté “Los vecinos si quieren que aplaudan, ni que esto fuera una comunidad de cartujos descalzos”, pero nada, hubiera sido más fácil talar un roble a besos; en fin ; decidí que había llegado el momento de gritar al mundo y abandonar los silencios forzados cuando me propuso mudarnos a un estudio de grabación subterráneo en pleno centro,
recordad ; los pulmones se llenan de aire justamente para poder chillar más fuerte.

Besos Sonoros

2 comentarios:

carlitos dijo...

la proxima vez.... prueba con un sordo




11 besos

dousmars dijo...

Si carlitos, y ademas acordarme de esconderle las pilas del sonotone
un saludo