viernes, 23 de mayo de 2008

Sistemas Horarios



Sistema horario LMT( Livia Mean Time )

LMT es mi sistema horario propio. “Dos hombres en la mesa y no te sirve ninguno de nuestros relojes”, “Livia, ¿tú tienes tu propio sistema?” esta pregunta retórica, de dos amigos, refleja el egocentrismo del universo masculino como planeta central y rey, sobreentendiendo que las féminas somos sus pequeños satélites, y digo plural con s. Como siempre la mejor arma que esgrimo, es mi sonrisa, así que active el control X y sonreí. Pero comencé a reflexionar que su prepotencia imaginativa, me dejaba fiscalizar una tangible realidad. Las mujeres, poseemos un sistema horario propio. Y así cuando burlonamente se ríen de nuestras nociones de tiempo, yo me preguntó cual de los dos sistemas es más operativo y rentable. Esos cinco minutos que necesitamos para salir divinas, ¿por qué matemáticamente tienen que responder a trescientos segundos?, o más bien, necesitamos cinco para salir, cinco para arreglarnos y cinco para asegurarnos del resultado, finalizando la tarea en quince. Muchos de nuestros oponentes de sexo salen en cinco, y nos demandan mientras bajamos en el ascensor que les arreglemos el nudo de la corbata (yo he tenido que aprender el ascot, el windsor, mi cesante usaba el cruzado clásico), en el portal que le cepillemos la americana, y una vez en el auto que retiremos la crema shave de su cutis, al final sumando volvemos a esos benditos quince minutos que nosotras no expoliamos del tiempo masculino.
Ya, cuando de retocarnos se habla el tiempo corre en nuestra contra, pero veamos ahora el ejemplo, cuando se trata de sexo.
Los cinco minutos de un hombre en la cama, ¿cuántos segundo son?, como no quería pecar de subjetividad, decidí enviar un sms a veinte amigas. Las respuestas fueron de lo más variado, mi amiga Rose decía que sus amantes llegaban al orgasmos siempre en veinte segundos, desmintiendo el minuto y medio de los expertos en eyaculación precoz y resumían el polvo en cinco minutos, dónde su imaginación empleaban los doscientos cuarenta segundos restantes no lo sabía, pero si sabía el tiempo que después ella tenía que emplear en autocalmarse. Mi amiga Lola revocaba la teoría del “rapidito “exponiendo que sus amantes tardaban días y alguna vez una semana en los veinte minutos de rigor. El tiempo transcurría, mientras ellos congelaban la noción temporal, y el bendito clímax que no llegaba. Hasta me contesto Bárbara que durante su época de estudiante, fue una profesional del sexo. Ellas que tarifan por minutos son las que mejor definen al hombre y el tiempo. Pero nos os daré en esta columna el gustazo de contarlo, tendréis que sufrir otra. Lo que concluí en un periodo breve de tiempo desde las cuatro que envíe el sms hasta el día siguiente que como siempre los que no se enteran de nada, en el mundo que vivimos son los hombres. Pobres angelitos, viven sin vivir en ellos, más bien levitan, así como van hacer varias cosas a la vez. Y eso que son los Reyes del discurso mimético.

Besitos ingeniosos.

Lo más IN no salir a la calle con lencería nueva, sólo para uso exclusivo en el hogar, me filtran que los servicios de emergencia ni se fijan, en caso de incidente la rasgan, ¡Oh my god! Y nuestras madres que nos obligaban a llevarla nueva por si teníamos un accidente, como está cambiando el mundo.

sábado, 17 de mayo de 2008

El Regreso de Livia

Tras un periodo de intensa actividad física, social, laboral, he resuelto los dilemas emocionales que me atormentaban en el pasado. Los caóticos meses vividos que me llevaron a enroscarme como una gran dama, ha ido dejando paso a diversas situaciones. Los tiempos vividos fueron duros, pero ahora que una pequeña calma estacionada sobre mi cosmos me protege, me alegro en parte. Como la realidad supera la ficción de mi vida, hoy creo que queridos lectores os merecéis alguna pequeña confidencia.

Livia, como mujer, es propietaria de un mundo peculiar, singular y hasta diríamos que privilegiado. Las historias, las anédoctas, los comentarios, suelen ser fidedignos en la medida que la discreción y el estilo los combina. Así en muchas historias se armonizan el relato puramente autobiográfico con el elenco de amistades que me protegen. Quizás la columna de hoy sea de las más autobiografías, por lo tanto más fiable, verídica. Mi estilo de vida es lo suficiente singular para que muchos y muchas de mis lectores hayan llegado a pensar que era pura ficción. Es una realidad adulterada por un prisma femenino, irónico, sensitivo, cómico, mordaz, cool, personal e intransferible. Y sobre todo soy, lo que soy, gracias a todo ese mundo que me rodea.

Y este pequeño retiro espiritual, que me hubiese gustado en un Spa de Maldivas, pero una ha tenido que conformarse con mi Ciudad, me ha dejado ver dos grandes realidades. La vida puede ser muy dura y muy bella. La dureza de algunos episodios dramáticos, terribles, alcanzando mi pequeño corazón, han sido heridas que están en vía de cicatrización. Y gracias a ese proceso he descubierto lo bella que también puede ser. Y así, algunos de mis personajes ficticios han conseguido lo imaginable: que las heridas cicatrizaran en tiempo record y que no dejasen huella sobre mi piel. Mi darling querida, y su familia han conseguido, que en un domingo de lluvia vuelva a sonreír a pesar del rizado de mi melena. Mi boss ha estado colosal en la sombra, pendiente, observando y muy preocupado. Mis grandes amigas de los jueves, inalterables, sonriendo y hablando de sexo oral. Mi socio, protector, siempre con una palabra dulce. Mis compis Amanda y Betty , las mejores del mundo, imprescindibles , intransferibles como los tampax. Mi amigo invisible, al que jamás le digo lo mucho que le quiero, le envío cinco besos. Marcus, volviéndome loca o volviéndome cuerda, dependiendo la hora del día o de la noche, demostrando que la amistad es el verdadero amor entre un hombre y una mujer. Mi barba azul, inmenso por el tamaño de su corazón. Mi sister , grande, hermosa, única. Y hasta algunos de mis destinatarios de emails, que me han enviado muchos ánimos en mis tinieblas. Me olvido en este momento de alguno/a, pero era verdad que la Diosa Fortuna me regalo su don el día de mi nacimiento. Soy afortunada, soy rica, el que tiene un amigo tiene un millón, el que tiene dos amigos tiene un billón, el que tiene tres amigos es multimillonario, pero el que tiene tantos y tan buenos, tiene la fortuna de su lado. Y además alguien me lleva en su corazón de por vida, ¿Se puede pedir algo más?

Besos afortunados.